¿El sexo se siente y se piensa?
Hasta ahora, solo se trataba de sexo si iba unido al sentimiento amoroso. Para ellas, se trataba de dos sentimientos inseparables e indisolubles. El mensaje que se transmitía era que las mujeres no podían desear si no sentían primero amor, al contrario de los hombres que deseaban siempre sexo en primer lugar.
La mujer de hoy siente, piensa y vive de una manera muy diferente de las mujeres de generaciones anteriores, aunque sigue teniendo interiorizado un modelo sexual donde predominan normas de prohibición y sentimientos de culpa y de vergüenza.
La sexualidad se ha desprendido de conceptos religiosos y ha entrado en el campo de la medicina y la psicología, pero se sigue ignorando el papel estructurante, estimulador y regenerador de salud que ésta tiene.
El deseo sexual, el placer y la satisfacción son exponentes de una sexualidad en apariencia más libre, más despejada de mitos religiosos y prohibiciones ancestrales.
El deseo y la excitación sexual vendrán configurados por el estado de salud físico, la educación afectivo-sexual, la autoestima, el tipo de personalidad y las experiencias y expectativas personales de cada uno.
Por tanto, la sexualidad no se queda sólo en lo físico, sino que tiene que ver también con la inteligencia emocional. Se vive sexualmente con el cuerpo y la mente. El sexo se disfruta y también se padece.
Aunque vivamos en una época donde predomina la búsqueda de placer no podemos olvidar que la otra cara del placer es el dolor. El sexo se siente, se piensa y se habla. A través de la palabra se va dotando al sexo de significados y simbolismos; por eso, el placer físico nunca viene sólo, va acompañado de la satisfacción emocional y de la satisfacción de las expectativa personales y esperanzas que se hayan puesto en esa relación sexual.
Las dos caras de las expectativas sexuales son dos caras de la misma moneda: las ilusiones y los desengaños. Los anhelos y los fracasos. Las esperanzas y las frustraciones.
Una de las consecuencias de la transformación de los valores sexuales es el hecho de que las mujeres empiezan a verse como mujeres deseantes, que pueden decir sin culpa ni vergüenza “yo deseo y yo quiero”, “estos son mis deseos y yo quiero el control de mi cuerpo y de mi vida”.