La integración de la agresividad y la ternura como factor que activa y mantiene el deseo sexual (Also available in english /2nd part)

Congress Title:

Changing psychoanalysis for a changing society: Relational perspectives

IARPP ; Annual Conference

Madrid, June 29-July 2 2011


Rosario Castaño Catalá

La integración de la agresividad y la ternura como factor que activa y mantiene el deseo sexual

Resumen:

El deseo sexual, fue y sigue siendo, el más irrefutable, obvia y unívocamente social (Bauman). Aunque se regula por el placer, la fantasía, la realidad, la experiencia personal, y las respuestas mutuas que la pareja desarrolla dentro de una relación; siempre se siente observado por las normas y prohibiciones del grupo familiar y social de pertenencia, con el que se identifica.

El deseo, la forma de vivir la intimidad, y lo que significa ser mujer o ser hombre en toda relación sexual, son producto de su tiempo, y están en permanente evolución:

a) Para la época de Freud, el sexo era algo degradante, una amenaza para la conducta civilizada; la sexualidad era la expresión de tensiones pulsionales internas, totalmente aislada de las otras dimensiones de las relaciones interpersonales; se estudiaba el sexo, sólo como búsqueda de placer, y sólo se reconocía una libido, la masculina, que solía coincidir con el varón, en una sociedad patriarcal, donde era el único al que se le permitía tener y expresar libremente su sexualidad.

b) En nuestra sociedad postmoderna, de la globalización (Beck, Todorov) y  del “amor líquido” (Bauman) se estudia el sexo como una búsqueda, tanto de placer como de relación entre los sujetos sexuados, que se viven como tales, con todas sus consecuencias que son muchas; entre otras, sus maneras de desear y de convivir como amantes que se encuentran, se buscan, y se desean. En esta sociedad, heredera “del mayo del 68” los modelos usuales de lo masculino y lo femenino, no tienen porque coincidir con el hombre y la mujer y esto tiene consecuencias en la dinámica del deseo, aunque permanezcan aún desconocidas, por ser muy recientes.

En la clínica, hay un aumento de demanda de disfunciones sexuales, entre las que está la falta de deseo sexual. La falta de deseo incide directamente sobre la forma de experimentar placer, no sólo como falta de excitación, también como incapacidad de conectarse emocionalmente con el otro, a quien se evita o se rechaza, impidiendo la comunicación espontánea. Se parte de una vivencia compartida  y de un conflicto personal que surge o se desarrolla dentro de una relación de intimidad; no obstante, mientras el placer se experimenta y se analiza como algo compartido; el sufrimiento, aunque, en interacción con el otro, se tiende a percibir y a analizar como algo personal y aislado.

Las reacciones ante la falta de deseo sexual, se suelen manifestar como sufrimiento en forma de conflicto, dudas y peleas con uno mismo, con un estado de ánimo que, muchos llaman aburrimiento, como algo más ligero que la melancolía y menos peligroso que la tristeza.

Al igual que entiendo el deseo como un dispositivo mental, un estado de ánimo y también como un síntoma de vida, aceptando plenamente el compromiso que supone implicarse en el hecho de vivir, con sus complejidades y sus riesgos, me planteo la falta de deseo sexual como un síntoma, no como clasificación de una disfunción o trastorno sexual; que suele ir acompañada de un estado de preocupación, incertidumbre y angustia.

Me planteo el estudio de la sexualidad desde la integración de dos dimensiones: la sensual y la sexual, entendiendo la primera como expresión de la ternura y la segunda como manifestación de la agresividad; y las relaciones sexuales como la capacidad para desarrollar y mantener estas dos dimensiones permitiendo, por una parte, la integración del self, y por otra, la capacidad de sostener el deseo en relación con el otro.

Todo encuentro sexual está plagado de una mezcla de componentes agresivos y tiernos que la pareja, recién estrenada, suele manifestar de forma espontánea pero, a medida que esa relación va entrando en lo cotidiano, esos mismos componentes se pueden ir disociando, inhibiendo el impulso agresivo que facilita el acercamiento sexual, y matizando los gestos de ternura, con actitudes familiares desprovistas de toda sensualidad; produciéndose, así,  el comienzo de dificultades sexuales dentro de una relación de pareja estable. No es el aburrimiento el causante de la falta de interés sexual, sino la inhibición de determinados impulsos que impiden una vivencia novedosa e intensa de los encuentros sexuales.

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The integration of aggression and tenderness as a factor that activites and maintains sexual desire.

Abstract:

Sexual desire was and remains the most irrefutable, obvious and uniquely social (Bauman). Although regulated by pleasure, fantasy, reality, personal experience and the mutual responses that a couple develops into a relationship, it always feels observed by the rules and prohibitions of the family and social group to which it belongs, with which it identifies.

Desire, the way to live privacy and the meaning of being a woman or a man in any sexual relationship, are a product of its time and they are constantly evolving:

a)    Freud’s epoch: sex was something degrading, a threat to civilized behavior. Sexuality was an expression of internal instinctual tensions, totally isolated from the other dimensions of interpersonal relationships. Sex was considered only as a pleasure-seeking, and only male libido was recognised, which used to match the male in a patriarchal society, where he was the only one allowed to have and freely express his sexuality.

b)    In our postmodern society of globalization (Beck, Todorov) and “liquid love” (Bauman), sex is studied as a search of both pleasure and a relationship between sexed-gendered subjects, which is experienced as such with all its consequences (among others, their way to desire and to live like lovers who meet, seek, and desire each other). In this society, heir “of May 68”, standard models of masculinity and femininity do not have to necesarily match men and women and this has consequences on the dynamics of desire, although they still remain unknown for being very recent.

In clinical practice, there is increased demand for sexual dysfunctions, among which is the lack of sexual desire. The lack of desire has a direct impact on the way to experience pleasure, not only as lack of arousal, but also as inability to connect emotionally with others, who are avoided or rejected preventing from spontaneous communication. It starts from a shared experience and a personal conflict that arises or develops within an intimate relationship. Nevertheless, while pleasure is experienced and analyzed as something shared, suffering tends to be perceived and analysed as something personal and isolated, although in interaction with others.

Reactions to the lack of sexual desire are often manifested as suffering in the form of conflict, doubts and quarrels amongst ourselves, with a mood that many call boredom, like something lighter than melancholia and less dangerous than sadness.

As I understand desire as a mental device, a mood and as a sign of life, fully accepting the commitment that is involved in the fact of life, with its complexities and risks, I consider the lack of sexual desire as a symptom, not as a classification of sexual dysfunction or disorder, which is often accompanied by a state of concern, uncertainty and distress.

I approach the study of sexuality from the integration of two dimensions: the sensual dimension and the sexual dimension, understanding the former as an expression of tenderness and the latter as a manifestation of aggression; and sexual relationships as the ability to develop and maintain these dimensions allowing, on the one hand, the integration of self, and on the second hand, the ability to sustain desire in relation to the other.

Every sexual encounter is fraught with a mixture of aggressive and tender parts that the couple, at the beginning, often manifests spontaneously. However, as that relationship is coming into daily life, those components can be dissociated by inhibiting the aggressive impulse that facilitates the sexual approach. The gestures of affection are clarified with family attitudes deprived of any sensuality, leading to the beginning of sexual difficulties within a stable relationship. Boredom is not the cause of the lack of sexual interest, but the inhibition of certain impulses that prevents from a new and intense experience of sexual encounters.

Keywords:

Postmodern society, globalisation, liquid love, sexual desire, inhibited desire, family and social group, social and sexual changes, tenderness, aggression, sensuality, sexual, self and conflicts.

Learning objectives:

a) The sexual desire always feels observed by the rules and prohibitions of the family and social group to which it belongs, with which it identifies. In clinical practice, there is increased demand for sexual dysfunctions, among which is the lack of sexual desire.

b) Boredom is not the cause of the lack of sexual interest, but the inhibition of certain impulses (tenderness and aggression) that prevents from a new and intense experience of sexual encounters.

References:

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  • Beck, Ulrich; (2006) la sociedad del riesgo, Amor, violencia, guerra. Siglo XXI, España, México, Argentina
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  • Colina, Fernando; (2006) Deseo sobre deseo, Cuatro ediciones
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  • Freud, Sigmund; Sobre una degradación general de la vida erótica. Tomo II, Obras completas, Biblioteca Nueva, 4ª edición, Trad. De Luis López-Ballesteros.
  • Sigmund, Freud; Nuevas lecciones introductorias al psicoanálisis, La feminidad. Tomo III, id.
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  • Pardo, José Luis; (2004) La intimidad, Pre-Textos
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