El 70% de los españoles se confiesa bastante o muy celoso. A este cálculo llega el psicólogo social C. Yela, tras analizar los estudios de J. Burillo y otros autores.
Este dato vendría a corroborar la creencia de que los celos son la consecuencia natural del amor verdadero entre dos personas. En palabras de Miguel de Cervantes, “que los celos se engendran, entre los que bien se quieren, del aire que pasa, del sol que toca, y aun de la tierra que pisa”.
Contamos con un largo bagaje cultural que legitima los celos como un resultado inevitable del acto de amar. Así lo han asegurado novelistas, dramaturgos, poetas, músicos y cineastas.
Esta asociación entre amor y celos proviene de una mala comprensión del sentimiento amoroso. Concretamente de entender al ser amado como una posesión.
Hay cierta tendencia a pensar en la pareja como en algo que es de nuestra propiedad. De la misma manera que hay cierto temor a reconocer a la pareja como un ser humano diferente, con sus propios deseos y necesidades, pues verla así implica asumir el gran riesgo de amar. ¿Y cuál es el gran riesgo de amar? El de perder al ser amado.
Si concebimos a la persona amada como un igual que ha hecho la libre elección de compartir su vida con nosotros, eso beneficia a nuestra autoestima. Alguien a quien admiramos y respetamos nos escoge cada día como compañero. No nos escoge una vez, en un acto de locura transitoria, sino que lo hace cada día.
A cambio del bienestar que produce un amor así, corremos el riesgo de que un día esa persona escoja libremente salir de nuestras vidas, porque no nos pertenece y en su libertad puede abandonarnos. No es una cuestión fácil de resolver. Algunas personas renuncian a enamorarse o a vivir en pareja por el temor a ser abandonadas. El amor es un riesgo y amar bien, un acto de valentía.
Sobre la idea de “amar bien” escribe el filósofo y psicoanalista E. Fromm. En su famoso ensayo ‘El arte de amar’ asegura que “El amor como satisfacción sexual recíproca […] y como refugio de la soledad, constituyen las dos formas ‘normales’ de la desintegración del amor en la sociedad occidental contemporánea, de la patología del amor socialmente determinado”.
Los celos formarían parte de esa patología amorosa de la que habla Fromm, del temor a estar a solas con uno mismo. Este miedo surge cuando pensamos que no somos una buena compañía para nosotros mismos, es decir, cuando tenemos una mala autoestima. Por tanto podemos decir que los celos son el resultado de la inseguridad.
Perder al ser amado es siempre doloroso, pero a una persona con buena autoestima le resulta más fácil correr ese riesgo. Esto se debe a que, por un lado, cree que es merecedor del amor del otro y eso disminuye el miedo al abandono, y, por otro lado, si esto sucediese, cree en sus posibilidades de encontrar otra pareja. Aún hay más, cree que él es una buena compañía para sí mismo y por tanto estar sin pareja es, como poco, tolerable. Por supuesto estos razonamientos no suceden en el plano de la conciencia.
Las personas con baja autoestima tienden a fusionarse con su pareja, a considerarla una posesión. Temen que ésta les abandone porque no confían en sus cualidades. ¿Cómo van a hacerlo si ellos mismos no se aman? ¿Cómo esperar que les escojan si ellos no se escogerían?
Los celos surgen entonces ante el temor al abandono, a sentir eso que cantaba Amaral de que “sin ti no soy nada”, a ser como un remolino que inevitablemente se precipita al abismo del desagüe.
En algunas ocasiones, sólo uno de los miembros de la pareja es celoso, es como un vampiro que se alimenta de la energía que le proporciona el otro, porque siente que sin él está muerto. Y entonces se sirve del mito de que sus celos son la muestra de la grandeza de su amor para someter a la pareja, pudiendo llegar a las más terribles consecuencias si ésta se rebela. Ya lo señaló Voltaire: “Los celos cuando son furiosos, producen más crímenes que el interés y la ambición”. También lo retrató Shakespeare en una de sus más famosas tragedias, ‘Otelo’.
Sí, los celos pueden llevar al asesinato y al suicidio y son un indicador para la detección de situaciones de violencia de género. No hay que olvidar que en nuestra tradición sociohistórica los hombres han considerado a las mujeres de su propiedad.
En otras ocasiones los dos miembros de la relación muestran celos, porque los dos miembros de la pareja están vacíos y/o porque la relación está vacía, es fatua. No hay en ella intimidad y sin la pasión no queda nada, por ello la pasión se alimenta a través de los celos. Se sufre y a continuación se goza y vuelta a empezar.
Para reflexionar:
- Nuestra cultura ha entendido los celos como una manifestación del amor y, por consiguiente, ha legitimado sus consecuencias.
- Los celos están asociados a la baja autoestima y a la falta de confianza e intimidad en la pareja
- Los celos implican un gran sufrimiento en las relaciones de pareja y pueden ser muy peligrosos por lo que conviene consultar a un profesional cuando uno o los dos miembros de la relación los presentan.
RECOMENDACIONES LITERARIAS:
- De interés general: – W. Shakespeare: Otelo.
- De interés para psicoterapeutas: – Benjamin.J: Los lazos del amor. Psicoanálisis, feminismo y el problema de la dominación.PAIDOS