Artrosis y Mujer

Dr. Santiago Palacios

Director del Instituto Palacios de Salud y Medicina de la Mujer

En España hay siete millones de personas que sufren artrosis. De ellas, el 75% son mujeres con edad a partir de los 45 años. Dolor, rigidez, limitación de la movilidad, crujidos y deformidad son los síntomas principales de esta enfermedad degenerativa que supone un gran impedimento para la vida cotidiana de la paciente y un empeoramiento de su calidad de vida. De hecho, esta dolencia es ya la segunda causa de incapacidad permanente del país, por delante de enfermedades como el cáncer y la diabetes.

La artrosis se produce como consecuencia del desgaste del cartílago (tejido que recubre las superficies de unión entre los huesos) y está vinculada con el envejecimiento de las articulaciones y, por tanto, con la edad. De esta forma, se inicia en general a partir de los 40 ó 45 años, aunque también puede aparecer en jóvenes como consecuencia de traumatismos, sobrepeso, exceso de uso de una determinada articulación o problemas congénitos.

En el caso de la mujer, la frecuencia de la artrosis experimenta un brusco aumento con la pérdida de las hormonas sexuales debido a la llegada de la menopausia, es decir, entorno a los 50 años. De hecho, según ha revelado recientemente un estudio clínico, existe una estrecha relación entre la disminución de los niveles de estradiol (principal estrógeno en las mujeres premenopáusicas y peri-menopáusicas) y el mayor riesgo de desarrollo de artrosis. Este conocimiento permite un diagnóstico más precoz de la enfermedad y la adopción de ciertas medidas que ayuden a prevenir la enfermedad y/o retardar su evolución. Estas medidas, denominadas condroprotectoras, deben realizarse de forma continuada desde la infancia y a lo largo de toda la vida de la mujer hasta las primeras manifestaciones de dolor.

Una medida de prevención es evitar la obesidad, ya que produce una sobrecarga en las articulaciones. En este sentido, es necesario que la alimentación consista en una dieta equilibrada y sin excesos de grasas para evitar el sobrepeso. Por otro lado, mantener una actividad física regular no es sólo un método de prevención, sino también de tratamiento, de forma que deportes como la natación o el ciclismo, contribuyen a fortalecer los músculos para evitar que la articulación quede flácida y con esto se pueda aumentar la rigidez. Del mismo modo, todas aquellas personas que hacen mal uso o que abusan de la utilización de las articulaciones, como los corredores profesionales de maratón, futbolistas, etc., son más propensos a desarrollar la enfermedad.

Para proteger la articulación existen también medidas farmacológicas (medicamentos condroprotectores como el condroitín sulfato) que actúan como tratamiento de base de la artrosis ya que, además de aliviar los síntomas, permiten el control de la enfermedad y retardan su evolución.

La artrosis es un proceso degenerativo para el que lamentablemente no hay cura, pero adquiriendo medidas de estilo de vida y medidas condroprotectoras a tiempo y realizando un buen tratamiento se pueden obtener grandes beneficios.