Durante el mes de septiembre es muy habitual ver en prensa artículos que hablan de la “depresión post-vacacional”. El término depresión no es adecuado para hablar del conjunto de síntomas que presentan algunas personas al retomar su actividad laboral tras las vacaciones. Es más conveniente hablar de estrés, ya que emplear el término depresión puede llevarnos a una confusión.
En psicología, el estrés se define como la percepción de no tener recursos para afrontar una situación. Lo que realmente caracteriza al estrés es el “NO VOY A PODER”. Y esto es precisamente lo que sienten muchas personas cuando piensan en volver al trabajo. Creen que serán incapaces de realizar las actividades que llevaban a cabo antes de las vacaciones.
Como consecuencia de estos pensamientos, las personas pueden experimentar apatía, angustia, tristeza, nerviosismo, irritabilidad e insomnio. Estos síntomas pueden parecerse a los que caracterizan un cuadro depresivo pero en ningún caso constituyen una depresión.
¿Por qué se produce el estrés post-vacacional?
Las vacaciones son una manera maravillosa de descansar física y mentalmente, de desconectar de la realidad. Generalmente dejamos de lado las preocupaciones, lo que es un acto de salud. Sin embargo, para algunas personas la vuelta a la realidad puede suponer un golpe demasiado brusco, especialmente si antes de las vacaciones no estaban satisfechos con su estilo de vida. Otro de los factores que dificultan la adaptación a la rutina son los cambios en los biorritmos que generalmente tienen lugar durante el periodo vacacional. La mayoría de las personas cambian sus hábitos de comida y sueño, por lo que al volver a la rutina laboral el cuerpo tiene que readaptarse a los antiguos horarios. Los cambios en los biorritmos suelen producir sensación de fatiga, somnolencia y apatía.
¿Qué podemos hacer para combatir el estrés post-vacacional?
- Todas las recomendaciones giran en torno a dos aspectos fundamentales: retomar la sensación de control y fomentar la motivación. El estrés, sea del tipo que sea, se caracteriza por hacernos perder el sentimiento de control, por eso todas aquellas acciones orientadas a recuperarlo, por pequeñas que sean, disminuirán el estrés.
- Algunas personas apuran sus vacaciones hasta el último momento, sin embargo es conveniente regresar uno o dos días antes de la reincorporación al trabajo. Eso facilitará la adaptación. Si volvemos antes podemos descansar del viaje y planificar la semana, lo que nos ayudará a retomar la sensación de control. Planificar las comidas, deshacer el equipaje, poner la lavadora, son tareas simples que nos ayudan a recuperar el control.
- Dedica el primer día de trabajo a ponerte al día, a retomar las cosas donde las dejaste pendiente, no intentes abordar demasiado, planifica la agenda y haz una lista de tareas.
- Para las personas que trabajan en un buen clima laboral, volver de las vacaciones es reencontrase con sus compañeros y compartir experiencias del verano. Un buen clima laboral nos protege del estrés post-vacacional.
- Haz planes de ocio para estar con tu familia y amigos después del trabajo. La vuelta de vacaciones es un momento de reencuentro con amigos a los que no has visto durante un tiempo. No vayas de casa al trabajo y del trabajo a casa. Ir al cine, dar un paseo o sentarte en una terraza te ayudarán a recordar que tu vida no es sólo trabajo.
- Muchas personas se quedan atrapadas en que las vacaciones se han terminado y queda un año para las próximas. Es importante dejar de lado ese pensamiento y hacer planes a corto, medio y largo plazo. Planifica fines de semana, o eventos que te hagan ilusión.
- Aunque las uvas las comamos en diciembre, septiembre es el verdadero comienzo de un nuevo ciclo. Aprovecha para poner en marcha esos proyectos que te rondaban por la cabeza como nadar, aprender a tocar la guitarra, hacer ese curso de fotografía, etc.
- Muchas personas deciden ponerse a dieta a la vuelta de las vacaciones. Pasar hambre el primer día de trabajo no facilita la adaptación, sino que es un factor estresante. Seguro que puedes esperar una o dos semanas.
- Si tienes hijos pequeños, para ellos también será difícil la vuelta al cole. Recuerda que cuando los dejes en la guardería o en el colegio, es fundamental no prolongar las despedidas como si se fueran a la guerra. Deja que la profesora se los lleve, aunque lloren. De esa manera les estás transmitiendo que les dejas en un lugar seguro, que tú estás tranquila, de esa manera estarás ayudando a tus hijos en su adaptación.
Recuerda que con o sin estrés, a todo el mundo le da pereza volver al trabajo.
La sensación de “no voy a poder”, la apatía, angustia, tristeza, nerviosismo o irritabilidad que pueden presentarse los primeros días, deberían desaparecer en un par de semanas. En caso contrario es muy probable que la persona esté manifestando un problema que ya estaba antes de las vacaciones y el regreso al trabajo ha sido el detonante. En este caso lo mejor es consultar con un profesional.
Psicóloga y psicoterapeuta