Hijos más allá de los 40: Consecuencias emocionales de la edad tardía de la maternidad

Conversaciones con Rosario Castaño

 

Rosario Castaño y Celia Arroyo protagonizan esta sección. Ambas son psicólogas y terapeutas relacionales, pero cada una pertenece a una generación distinta. Ambas intercambian su punto de vista sobre distintos aspectos de la actualidad femenina, hoy conversan sobre la maternidad tardía.

 

C.A.: Rosario, hace unos días hablábamos de las transformaciones sociales y de cómo éstas afectan a nuestra identidad femenina. Comentábamos la deserotización de la maternidad, y las consecuencias que ello tiene en la vida de las mujeres. Decíamos que las mujeres de mi generación están teniendo hijos el límite de su fertilidad y yo me pregunto: ¿Cómo crees que les afecta esto psicológicamente?

R.C.: Que quede claro, la maternidad puede ser tan buena a edades tempranas como más allá de los cuarenta, de hecho, como bien dices, se esta retrasando la edad biológica casi al limite… la maternidad se está viviendo con mucho estrés, un estrés que comienza en el mismo momento de la búsqueda de ese hijo que puede llegar o no llegar, porque son conscientes de que están en el límite de la edad reproductiva. Esto hace que cuando llega el bebé, se pueda cuidar de manera distinta, como un tesoro que pueden perder, no como algo natural que forma parte de su vida, sino como algo extraordinario que podía no haber llegado, y eso marca una diferencia que afecta a los padres y a los hijos.

C.A.: Se habla mucho de la parte biológica de la maternidad tardía, de las técnicas de reproducción in vitro, de la congelación de óvulos, de toda la tecnología al servicio de preservar la fertilidad, pero apenas se habla de las consecuencias emocionales y de las transformaciones sociales que va a producir. ¿Crees que veremos niños con personalidades muy narcisistas, algo así como los ”bebes grandes” que describe Cyrulnik?

R.C.: Insisto, quiero dejar claro que el hecho de ser madre más allá de los cuarenta años no es una causa directa de problemas con la educación sino uno de los  cambios sociales a los que nos enfrentamos…no obstante, esto que dices, “el bebé como un rey al que se adora”  puede ser una de las consecuencias. Ya se están viendo niños que no tienen empatía con las necesidades de los padres, porque los padres se presentan como todopoderosos que vienen a cuidar al niño, con lo cual el niño piensa que sus padres no necesitan nada, pero sus padres necesitan cosas, y además al niño le ayudaría saber que sus padres también tienen necesidades y tienen límites.

C.A.: A mí me impresionó mucho esa anécdota que cuenta Cyrulnik en ‘El amor que nos cura’ de que el 25% de las llamadas telefónicas dirigidas a asociaciones contra los malos tratos son efectuadas por padres. Cyrulnik relaciona este fenómeno en China con la política del hijo único que recibe pocos límites y cuando lo hace solo es del padre o de la madre, porque no hay más hermanos que regulen los afectos. Hace poco me comentaba una compañera que antes la sociedad participaba de la educación colectiva, pero que ahora no solo no es así, sino que ahora es imposible dirigirse a un niño para llamarle la atención, llega el padre o la madre y se encaran contigo.

R.C.: Lo que comentas es una importante transformación social que vemos también en los centros educativos y que es preocupante. Estamos en una posición de educación emocional neoliberal en la que decimos “Eh, los hijos son míos y yo los defiendo” sí, los hijos son de los padres pero pertenecen a una sociedad, con unas normas y unas reglas que hacemos entre todos y es, o debería ser obligación de todos, ayudar a los padres a educar a  esos hijos, reforzando la imagen paterna y materna y también la imagen de los educadores, en una estrecha colaboración, no como entes separados.

C.A.: Entiendo además que esa responsabilidad compartida restaría estrés a la crianza. ¿Qué beneficios crees que tendría para las mujeres que la crianza no solo fuera compartida con el padre sino que hubiera una mayor implicación de la sociedad en general?

R.C.: Creo que sería muy positivo, porque otro de los efectos emocionales que estoy viendo en las madres es que pierden completamente su identidad de mujer. De repente dejan de ser mujeres, dejan de ser personas con necesidades, con deseos, sobre todo necesidades, y se convierten en MADRES, y además con mayúscula. ¿Tú sabes lo que es para una mujer estar solo atenta a las necesidades de su hijo, y para un hijo tener una madre todo el día encima? En mi opinión la maternidad no solo tiene que ver con cuidar; ser madre también significa frustrar, implica acompañar, no estar todo el día cuidando y ayudando. También hay que enseñar a los niños los propios sentimientos, las frustraciones y las alegrías que no tienen que ver con él, porque él no lo es todo, es muy importante, lo más importante si quieres, pero no lo es todo. Que un niño vea que a su madre le hace ilusión ir a una fiesta y que vaya a la fiesta yo creo que es bueno, aunque el niño tenga un poquito de frustración.

 C.A.: Pero eso produce mucha culpa. No estar solo pendiente de las necesidades de los hijos no está socialmente bien visto y las mujeres se siente culpables. Quizá por eso ha tenido tanto éxito el blog del Club de las Malas Madres y su tan ingeniosamente acuñado concepto del “buen hijo”; en él están cumpliendo una función social muy importante erotizando esa necesidad de ser persona y mujer y de equivocarse, de no ser una madre perfecta. Creo que eso es lo que hace que tantas y tantas mujeres hayan encontrado empatía y alivio en ese blog. Yo se lo he recomendado a muchas pacientes que me transmiten mucha culpa en relación a su desempeño como madres y a los sentimientos negativos que, en ocasiones, experimentan hacia sus hijos.

R.C.: Es importante disfrutar de la compañía, hacer cosas juntos, no estar todo el tiempo controlando y buscando las maneras para que al hijo/a no les falte nada, es bueno mostrar a nuestros hijos nuestras fortalezas y nuestras necesidades; no necesitan una madre perfecta, necesitan una madre genuina porque, sino, a los futuros adultos les estamos despojando de empatía, necesitan relacionarse no solo desde un lugar en el que uno solo pide y el otro solo da.

Hay un libro muy interesante acerca de la relación padres-hijos que recomiendo a profesionales y a público en general, de Siegel, D.J; Hartzell, M,  del 2005,  “Ser padres conscientes. Un mejor conocimiento de nosotros mismos contribuye a un desarrollo integral y sano de nuestros hijos” editado por La Llave D.H.