Rosario Castaño y Celia Arroyo
En el día internacional contra la violencia de género desde el Instituto Palacios queremos poner el acento en el maltrato sexual que afecta a tantas mujeres y cuya expresión más aterradora es la violación.
Por maltrato sexual entendemos todas aquellas acciones que obliguen o coaccionen a las mujeres a realizar conductas no deseadas en el ámbito sexual, así como las humillaciones y vejaciones que se produzcan en ese contexto.
Algunos maltratos sexuales son más fáciles de identificar que otros. Por ejemplo cuando un desconocido trata de forzar a una mujer a mantener relaciones sexuales con él, generalmente la mujer identifica el maltrato. Sin embargo, cuando el maltrato proviene de una persona conocida, como sucede en la mayor parte de los casos, este es más difícil de identificar.
Algunas mujeres se sienten obligadas a mantener relaciones sexuales por complacer a su pareja, por miedo a que este las abandone o deje de querer. Estas mujeres responden a coacciones del tipo: “Si realmente me quisieras lo harías”, “Eres una estrecha…”, “Las buenas amantes hacen…”, “Otra chica con la que estuve lo hacía encantada…”, “Eres una cría…”, “Si no nos entendemos sexualmente esto no va funcionar…”,”Si te sintieras segura con tu cuerpo lo harías…”, “Tienes que liberarte, estás sexualmente reprimida…” Todos estos mensajes están destinados a minar la autoestima de las mujeres para forzarlas a hacer cosas que no quieren hacer, apelando a que su deseo no es el adecuado o a que si no acceden al deseo de él, este les será infiel o las abandonará. Ante este tipo de presiones psicológicas, muchas mujeres acaban cediendo a la demanda y respondiendo a ella con su cuerpo. Cuando esto sucede es frecuente que las mujeres comenten en terapia, “después de hacerlo me sentí sucia”, “me sentí como si me hubiesen violado”, “luego me sentí muy triste de repente”.
Creemos que dentro de las presiones psicológicas merece una mención aparte la relacionada con los celos. Cuando el hombre acusa a la mujer de serle infiel, de coquetear con otros hombres o de desearlos e impone la relación sexual como garantía de que ella le pertenece. En este tipo de maltrato se escuchan frases como: “Si no tienes ganas es porque habrás estado con otro…”, “Con fulanito bien que te reías, seguro que a él no le decías que no…”.
Un maltrato sexual que cada vez estamos observando con más frecuencia entre las mujeres jóvenes es el relacionado con la demanda narcisista de la pareja sexual. El ejemplo típico lo encontramos cuando el hombre pide a su pareja que no use preservativo porque hacerlo sería no confiar en él. Muchas mujeres temen no demostrar su deseo y afecto hacia su pareja si se niegan a esta petición, lo que pone en riesgo su salud. Cuando un hombre presiona a una mujer para que no utilice protección, para que le confíe ciegamente a él su salud sexual y reproductiva, con el objetivo que demuestre que ella es suya y sólo suya, no le está pidiendo una prueba de amor, la está maltratando.
Como hemos visto la violación no es el único maltrato sexual que padecen las mujeres, aunque sin duda es el más grave de todos. Por increíble que padezca, las violaciones son mucho más frecuentes de lo que imaginamos y se producen generalmente por personas conocidas por la víctima, siendo los más frecuentes la pareja, los amigos y familiares cercanos. Cuando la relación se produce en el ámbito de la pareja, es frecuente que la mujer tenga dudas de si él tenía derecho a tener sexo con ella aunque ella dijese ‘No’. Lo mismo sucede cuando se trata de un hombre con el que se habían mantenido relaciones sexuales en el pasado o con quien se quería tener cierto tipo de prácticas sexuales pero no otras. Es importante que recordemos a las mujeres que ellas son dueñas de su sexualidad y de su cuerpo en todo momento y que pueden parar una relación sexual cuando lo deseen, no importa lo que desearon minutos antes, no están obligadas a hacer nada que no quieran hacer. Y si alguien las obligó a hacer algo que no querían, es importante recordarles que no fue culpa suya, que es él quien debe avergonzarse y apoyarlas para que puedan denunciar.
Este 25 de noviembre hemos querido poner el foco en el maltrato sexual porque como mujeres y como psicólogas que somos, podemos afirmar que las experiencias más sobrecogedoras que hemos escuchado en el espacio terapéutico corresponden al abuso sexual infantil y las violaciones. Ambos horrores son mucho más frecuentes de lo que pueda parecer en nuestra sociedad y son silenciados por quienes los cometen y por quienes los sufren.
Por desgracia, quienes nos dedicamos a reparar las heridas del ámbito de lo íntimo conocemos muchos casos de mujeres que han estado sufriendo en silencio durante años, hasta que han podido comenzar a contar su historia.
Nunca es tarea fácil para la mujer denunciar este tipo de maltrato, porque lo habitual es que lo que ocurre en la intimidad se quede en el ámbito privado, donde predomina el silencio, ese comportamiento tan frecuente de “lo que no se nombra no existe” pero… un trauma a este nivel es muy grave, por eso se tarda mucho en consultar y requiere siempre un tratamiento psicoterapéutico adecuado junto con recursos sociales y afectivos que ayuden a este delicado proceso de recuperar la propia integridad, de curar heridas que tocan lo más profundo de la intimidad.