Por Rosario Castaño, directora del departamento de psicología clínica y sexología del Centro Médico Instituto Palacios.
Prefiero decirlo en plural, Día internacional de las mujeres, porque somos millones de nosotras en todo el mundo, que cada año, entre perplejas y satisfechas, y siempre con dudas, nos encontramos ante el hecho de tener que celebrar nuestro día…y mirar a nuestro entorno y mirarnos a nosotras para saber si seguimos dando pasos hacia el reconocimiento y la igualdad en todos los aspectos de nuestra vida: la profesional y la personal.
Una de las novedades de este año, que todos aplauden, es el debate que se ha originado ante el informe Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer presentado por el académico Ignacio Bosque y respaldado por un pleno de la Real Academia de la Lengua. Este informe, en líneas generales, después de analizar 9 guías del lenguaje no sexista (publicado en El País) destaca que no hay discusión alguna sobre la necesidad e importancia de reconocer el lugar de la mujer en igualdad con el hombre, pero también reconoce que se necesita atender la enseñanza en las escuelas y colegios desde la infancia, pues hay una gran confusión entre género y sexo.
Es interesante que se abra este debate, pues desde el siglo XVIII se está trabajando con la idea de que la igualad entre los sexos se conseguiría mediante la igualdad política, jurídica y educativa y hoy, en el siglo XXI, nos damos cuenta que todavía queda mucho camino por recorrer, que algo falla, que no sólo no damos pasos hacia adelante sino que podemos dar pasos hacia atrás.
Poe una parte, me planteo si este periodo de crisis podría convertirse en un periodo obscuro para nosotras; cualquier avance social que se supedite a cuestiones meramente económicas podría suponer un retroceso en todo lo conseguido, ya sea educación, prevención, atención sanitaria, apoyo a la maternidad, a la planificación, etcétera, por ejemplo, mallorcadiario.com revela que vamos a celebrar este día con un 11.4% más de paro para las mujeres que hace un año.
Por otra parte, estoy de acuerdo en que hay una gran confusión entre género y sexo y a esto contribuye de forma directa la cultura, transmitida a través del lenguaje, que influye de forma poderosa en los comportamientos y en las percepciones. Es importante que no olvidemos que sólo sabemos de nosotros mismos y de los otros, a través de la comunicación verbal y no verbal.
En psicoterapia vemos y estudiamos cada día lo que es el género, que podríamos describir en 6 grandes características:
El género precede al sexo ya en el primer año de vida.
La asignación de los significados del sexo precede a la simbolización, comienza con la elección oficial del nombre que los padres eligen, pero no se da en este sólo acto, constituye todo un proceso.
Se produce dentro de la relación de apego e intimidad en el pequeño grupo de pertenencia, a través de los cuidados del cuerpo, del lenguaje afectivo, y también a través del lenguaje social.
El género no es algo pasivo, cada hombre o mujer es capaz de incorporar el género de forma activa, se da un género masculino y género femenino en una misma persona.
El género no es una simple creencia, es como el aire que respiramos, no nos damos cuenta ni somos conscientes de que lo necesitamos hasta que sentimos que nos ahogamos.
El género influye en nuestro comportamiento en todos los ámbitos de nuestra vida: en lo laboral, pero sobre todo en la intimidad de la familia, de la pareja y de las relaciones sexuales.
Como escribe la escritora inglesa J. Morris, en su libro El enigma, Barcelona RBA Narrativa, 2011. ” El género es el alma, tal vez el gusto, el entorno, una manera de sentirse, la luz y la sombra, una mirada interior, un intercambio de miradas, en definitiva tiene más de vida y amor que cualquier combinación de genitales y hormonas. es la esencia de uno mismo, la psique, el fragmento de una unidad”.
Que sea un buen día…
